Crónica de un viaje al Perú, en la cual dados los años de ausencia, crean en la mente del escribidor un mundo que pareciendo conocido, termina siendo muy desconocido y posiblemente humorístico.
Lima antigua
Sábado 17 de Junio 2005, 9:33 a.m.
La aventura empezó mal, el muy tempranamente contratado transporte al aeropuerto falló. A ultimo momento conseguimos un taxi. Mi vida peligraba, después de recibir los usuales azotes por mi irresponsabilidad, enrumbamos al aeropuerto. Que alivio.
1:15 p.m.
Salimos a Miami, durante el vuelo nos anuncian que una fuerte tormenta dificulta el aterrizaje y que sobre volaremos hasta conseguirlo. Horas después tuvimos que volar a Orlando para recargar combustible. Salimos nuevamente hacia Miami, llegando solo para esperar dos horas mas en la pista de aterrizaje para desembarcar.
8:47 p.m.
Un vuelo de dos horas se convirtió en uno de siete horas. No un buen augurio para el resto del viaje. Conseguimos conectar con el vuelo a Lima, gracias a que no entraban ni salían aviones del aeropuerto.
Domingo 18, 1:28 a.m.
Miraflores y el Pacifico
Llegamos a Lima a la una de la mañana en vez de a las diez de la noche, y como premiados por nuestra paciencia y buen comportamiento, la aerolínea que no mencionaré, solo decir que tiene el nombre del continente en el cual vivimos, opto por no transportar nuestras maletas. Al descubrir su ausencia, hicimos la requerida fila para llenar los documentos necesarios para poder recobrarlas. Presentando el pasaporte del extranjero escritor, con el propósito de fueran entregadas a domicilio, adjuntando también las llaves, por si acaso, al pasarlas por aduanas, hubiera que abrirlas.
Nota
Los viajeros naturales del país en mención, tendrián que recoger sus maletas en el aeropuerto. Buen viaje.
2:03 a.m.
Llegamos al departamento que alquilamos, cómodo y bien situado, respiramos más tranquilos. Nos acostamos.
El documento de identidad
4:53 a.m.
Dormía, cuando mi querida esposa me despierta, yo soñando que fuera un llamado pasional, y sin notar el tono temeroso, me informa que habíamos o mejor dicho que ella había olvidado mi pasaporte al salir del aeropuerto. Recordarán que entregamos mi pasaporte para sacar una copia para la entrega del equipaje. Pues nos salimos del aeropuerto sin él. Casi se me afloja el estómago, me levanté, después de la usual larga aplicación de culpabilidad, decidí llamar a la aerolínea sin conseguir por supuesto respuesta.
5:25 a.m.
Me vestí, salí y pare un taxi para ir al aeropuerto, a ver si podía recobrar el preciado documento de identidad. Durante la travesía, como es de costumbre, mi imaginación me ofreció varios escenarios, el mejor o peor dependiendo como se mire, era que mi pasaporte había sido vendido por algún representante criminal de esa aerolínea, y ya, a esa temprana hora de la madrugada la foto de un miembro de Al-Queda reemplazaba la mía, y el documento junto con el terrorista se encontraban cómodamente sentados en el asiento 13A del vuelo AA918 de las 7:00 a.m. camino a los EEUU.
5:57 a.m.
Llego al aeropuerto, intento entrar el edificio, me piden mi pasaporte, explico, enseño otro documento, ingreso, me presento al mostrador de la aerolínea y como de costumbre Einstein, No se señor, déjeme ver. El individuo se aleja, habla con otro, por mi izquierda se acerca otro empleado, me dice que me reconoce por mi foto en el pasaporte. Yo pensando, éstos deben haberse muerto de risa viendo el pasaporte del Gringo idiota que lo dejó.
6:08 a.m.
El gentil oficial me lleva a la oficina y me entrega el pasaporte. Ahora, las maletas, el siguiente vuelo había llegado, pedí que me hicieran pasar a la zona restringida para ver si habían llegado. Lo conseguí, creo gracias a la pena que les di por mi condición de retardado mental. Estaban ahí, las subí sobre un carrito y me di cuenta que me faltaban las llaves del equipaje. Aquellas estaban con los documentos dejados más temprano. Con esta preocupación enfrente a la oficial de aduanas, quise obtener una excepción contándole mi dolorosa historia, y evitar someterme al azar de la luz roja o verde sin conseguirlo. Apreté el botón, salió verde, que descanso. Fui y retiré las llaves.
6:22 a.m.
Con el pasaporte, equipaje y llaves, salí del edificio y fui acosado por los usuales taxistas, escogí uno, este me pasó a otro, y éste a otro, terminé con uno que tenía cara de hampón. Me subí atrás, empezamos a caminar, le hice parar, y me subí adelante. Mi paranoia o instinto de supervivencia me hizo recordar que era mas fácil contrarrestar un asalto estando al lado del chofer y no atrás.
10:10 a.m.
Cecilia llamó a Rosa Amelia (mi suegra) para coordinar la primera reunión familiar, iríamos a recogerla para ir a almorzar al José Antonio, restaurante criollo de gran reputación y especial longevidad, donde la costumbre es que los restaurantes entren y salgan de moda como los bailes populares, ejemplo la macarena y el venado.
10:30 a.m.
Volvimos a dormir, sin preocupaciones.
1:27 p.m.
Restaurante Jose Antonio
Recogimos a mi suegra y a Dani (cuñado). Después de los usuales abrazos y comentarios sobre nuestra primera parte del viaje, enrumbamos al restaurante. Consumidos los primeros pisco sours, y con la mente ya en neutro, pedimos la comida, que estuvo al agrado de los todos, excepto mi hija, pero eso es cuento aparte. Hubo anticuchos, chicharrón, y otros platillos, alguien pidió un tacu-tacu con salsa de camarones, yo siendo purista en la comida, me pareció extraño mezclar frijoles con arroz y agregarle una salsa de camarones. Todavía no lo entiendo.
3:24 p.m.
Con idea de bajar el chancho, propuse caminar en el centro comercial Jockey Plaza, aceptación general.
3:60 p.m.
Visitamos la tienda Saga-Falabella, mientras mi hija pedía todo lo que veía, esta vez tuve un movimiento peristáltico.
4:11 p.m.
El primer indicio fue un corto pero agudo dolor en la parte izquierda alta del saco estomacal, seguido por un movimiento similar a una burbuja en una manguera, y pasó.
4:17 p.m.
Gran punzada en la parte baja e interna del estomago, seguido por un intenso deseo de ubicar el baño mas cercano, por si las moscas. Me imagino que no es necesario explicar los eventos a seguir.
4:33 p.m.
Recuperado temporalmente del azote del medio visitado, al que mi cuerpo debería soportar las próximas tres semanas, hice mi reingreso en la zona de ventas de la nombrada tienda. Agradeciendo el suministro de impecables servicios higiénicos requeridos para esa tan especifica emergencia. Mis familiares, sin todavía conocer mi suerte, estuvieron agradados de verme, después de mi inesperada y larga ausencia.
Los siguientes días pasaron entre visitas a parientes y restaurantes, nada sorprendente. Algunos requieren mención, no los parientes sino los restaurantes, y otros que quisiera olvidar. En orden decreciente de importancia, Rodrigo, la Trattoria, José Antonio, da Luciana, Titi, Costa Sur, Sonia, Huo Wha, e incontables otros.
Aparte.
Es mi humilde opinión, esto de la globalización, parece ser un fenómeno universal. No solo afecta la moda, el consumerismo, etc. sino también a aquellos individuos, que por razón de puro lucro, homogenizan el producto, y por consiguiente proveen una adulterada y desabrida muestra de lo que era algo especial y autentico. El ejemplo mas patético de este cambio lo veo en la cerveza. Producto hecho con orgullo regional, sino nacional, y exportado como una muestra de riqueza manufacturada. Pues, ahora todas las cervezas, con pocas excepciones, saben a eso que los grandes hermanos del norte llaman Light. Creo que el que me entiende no necesita más explicaciones, y el que no, tampoco.
También mi paladar me hizo notar este fenómeno en la comida. En el esfuerzo fútil de las masas a seguir, ser, oler, caminar, hablar, etc. como los del norte, la comida sabrosa peruana a sufrido lo de la cerveza. Quedan todavía a Dios gracias unas gratas excepciones.
Sabado 25, 7:08 p.m.
Arequipa, la ciudad blanca
Salimos rumbo a Arequipa, cuidad natal de mi padre. Volamos en Lan Peru o Chile, quien sabe. El vuelo a tiempo, el avión nuevo y limpio, que buena sorpresa. A recibirnos, estuvieron mis primas Ursula y Patricia con esposos e hijos.
Nos alojamos en la vieja casona que mi abuelo construyó en el 1931, y que ahora es el Hostal las Mercedes. Ultimo rezago de mi herencia paternal. El dormitorio amplio, cómodo y limpio, con tres camas, yo en una mi esposa e hija en otra.
Cecilia, Blanquita y Jorge
Domingo 26 de Junio, 10:21 a.m.
Al abrir las cortinas y puertas encontramos una mañana luminosa, saliendo notamos que los nativos nos habían engañado. Nos habían dicho que hacia bastante frío, ÁJA! Hacia como 20 grados con un día glorioso, descubrimos que estábamos muy mal equipados por haber traído ropa gruesa. Use la misma camiseta una semana entera.
11:17 a.m.
Plaza de Armas
Caminamos hacia la Plaza de Armas, sentimos la altura un poco, al llegar escuchamos música marcial, y vimos un desfile militar. También vimos unos grupos danzantes autóctonos, se podría decir, recién bajados. Estuvo muy festiva la mañana, le dije a Andrea que este era mi recibimiento oficial por ser hijo de esta la República Independiente de Arequipa, por favor no me vayan a desmentir.
2:07 p.m.
Llegamos invitados a la casa de Adriana y Paulo Hernán, donde los characatos se habían juntado para presentar un frente unido a estos parientes no solo residentes extranjeros, sino tambien aquellos limeñitos mazamorreros.
Pasamos al comedor para saborear uno de los platos mas típicos de la zona, el muy apreciado Adobo, plato el cual ha sido usado por todos los sectores de la extensa clase arequipeña para recobrar el sentido y poder regresar a casa después de una noche larga en sin numero de actividades. Exquisito asopado de guiso de chancho, que debe ser culminado con el licor regional de anís conocido como Nájar. No intentaré describirlo por aquello de evitar cometer error, y ser recipiente de malos deseos, y posible revocación de mis privilegios como characato a prueba, y la posible expropiación de mi tan querido pasaporte arequipeño.
A seguir, algunas caras presentes:
Las chicas: Dina, Ursula, Juliana, Patricia, la tía Portugal, Lucia y Cecilia
Ricardo y Alfredo Lucioni
Paulo me informa que mis otros primos Alfredo y Ricardo, se habían enterado de nuestra llegada, y que estaban en camino para saludarnos. Donde yo resido, esa movida podría costar la amistad.
Llegaron, Ricardo con dos botellas de pisco hecho por el. Uno ya lo había probado, el otro era Mosto Verde no un nombre muy apetitoso, pero dentro de los presentes conocedores, algo que pudiera ser exquisito. Nota, las botellas estaban destinadas para el transporte al extranjero. No se como ni quien abrió mis botellas, para siempre frustrando su transporte, entonces, pensé si no me las llevo en la maleta, me las llevare puestas.
Lunes 27, 10:13 a.m.
Que dolor de cabeza. Uno de los restantes pilares de los Valencia, conocido en algunos lares como el señor de Sipan, en otros como el churrasco (se cree un churro y es un asco), mi primo Jorge nos recogió con su hijo Daniel para visitar su casa, y su estudio donde trabaja en la producción de la película de la historia familiar.
2: 34 p.m.
Andres, Andrea, Mari, Lucho, Cecilia y Javico
Como acordado este día consumiremos grandes cantidades de nutrientes con mi tío Lucho, mi prima Maria Elena, Javico, y Andrés, nos llevaron a un restaurante típico donde comí chicharrón por tercera vez en el viaje, notaran que me gusta el cerdo, pues es muy sabroso. La comida estuvo buena, la compañía mejor.
6:54 p.m.
Los cjoros.
Día largo, ahora solo un tecito donde Patricia y Jon. Los locales nos cuentan que un paro de transportistas estaba en planes para el día siguiente. Gringo que soy, ya me veía atrapado en la cuidad blanca, sin posibilidad de regresar a mi hogar. Paulo se ofreció llevarnos al aeropuerto, siendo uno de los mas conocedores de rutas y recovecos.
Martes 28, 8:17 a.m.
Después el desayuno, hablando con Ursula, me confirma mis peores temores, el paro era una realidad, las vías importantes estaban bloqueadas con piedras, matones rondaban las calles de la cuidad con palos y todo tipo de instrumento para causar el mas grande dolor corporal. Quizás exagero, le pedí que llame a Paulo para intentar la huida lo antes posible, siempre pensando tener suficiente tiempo para poder corregir, negociar, suplicar, sobornar, etc. y llegar al aeropuerto.
Mi mayor preocupación era que Andrea teniendo solo 9 años y no habiendo estado expuesta a esto impases, desarrollé un malsano pavor a la ciudad blanca por razones circunstanciales. Me imagino que los characatos se habrán matado de risa, y ya nos tienen un cuento hasta con apodos.
Paulo aparece con un Volkswagen de los cincuenta, teníamos una maleta que no entraba en la maletera, la carcocha tenia una parilla sobre la tapa del motor trasero, Paulo saco una soguilla y amarro la maleta, la cara de Cecilia fue inolvidable. Salimos camino al aeropuerto, no dos minutos pasan, y noto que se apaga el motor, Paulo se agacha hacia los pedales, y hace algo, se reincorpora, y con la naturalidad que lo caracteriza me dice, este carro no tiene marcador de gasolina, tiene un tanque de reserva que me dura una semana.
Uno como este
Créanme, yo no necesitaba esta información que en el estado anímico en el que me encontraba, era como agregar la gasolina que no teníamos al fuego. No voltié por no ver la cara de Cecilia. Esto se estaba convirtiendo en misión imposible. Con intención de no mostrar mi terror, y para demostrar mi conocimiento automotriz, le pregunté si era un 1300, no me dijo, era un 1200, el motor que nos impulsaba era mas pequeño que el de mi máquina de afeitar. Paulo dijo que conocía varias vías alternativas en caso de necesidad para llegar a la meta deseada. Hicimos turismo de pueblos jóvenes, no encontramos sino mínima resistencia, algunas rocas en el camino, nada mas.
Finalmente después de momentos muy tensos, los cuales parecieron durar horas, llegamos a nuestra meta. Misión cumplida. Cecilia me dijo que ella mantenía un ojo puesto en la maleta que se samaqueaba cada ver que se hacia una brusca maniobra, mi preocupación era que el vehículo se desarmara en transito, y que tuviéramos que hacer el resto de la huida a campo traviesa.
Que imaginación, no?
El novato autor agradece la paciencia o como lo quieran llamar para soportar este escrito.
Déjenme saber si les gustaría recibir mas de estos, quizás me gano el Nóbel.