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La llave del destino

¡Uno de los viajes mas largos de mi vida!

Flying to Paris

La mañana era radiante, sentía mariposas en el estómago, viajaría esa noche a París con mi nueva maleta. Estaba recién casado e ilusionado de encontrarme con mi esposa en esa bella ciudad y visitar Francia de acuerdo al itinerario ya acordado. Tenía que guardar solo mis cosas de aseo en la maleta, ya que estaba lista días atrás.

La mañana era radiante, sentía mariposas en el estómago, viajaría esa noche a París con mi nueva maleta. Estaba recién casado e ilusionado de encontrarme con mi esposa en esa bella ciudad y visitar Francia de acuerdo al itinerario ya acordado. Tenía que guardar solo mis cosas de aseo en la maleta, ya que estaba lista días atrás.

Villefranche sur Mer

Villefranche sur Mer

Momentos después me bañe y vestí con la ropa cómoda y limpia que había dejado especialmente sobre la cama para viajar. La maleta en la puerta, y yo listo para el viaje. Llegó el taxi, y camino al aeropuerto hice una revisión mental, confirmando que había cumplido con todos los requisitos indicados. La maleta era una delicia, las ruedas se deslizaban con facilidad y fue muy fácil navegar alrededor de los desordenados viajeros. Me acerqué al mostrador y rápidamente conseguí mi pase de abordaje, el boleto de recibo de la maleta y me despedí de ella.

Encontré la sala de espera, y como habitualmente hago, miro a la gente y les invento historias basadas en mis observaciones. Trato de que éstas sean lo mas extrañas, pero aun verosímiles. Entre todos mis acompañantes, había un hombre de barba, algo mayor que me intrigaba. Tenía puestas unas zapatillas de deporte algo usadas que no iban con el resto de su atuendo. Estaba solo, leyendo un libro, no se inmutaba con las andanzas de sus vecinos y los niños que corrían a su alrededor.

Nos pusimos en filas para abordar el avión. Tenía una bolsa pequeño en la mano, ya que prefiero no llevar nada en la cabina del avión. Llegué a mi asiento en el pasillo, al lado de la ventana de salida de emergencia. Sitio privilegiado por el espacio para estirar las pies. Puse mi bolsa en el espacio sobre mi asiento y me senté a esperar el vuelo. La gente lentamente se acomodaba. Vi que el extraño venía por el corredor de mi lado del avion, mirando los números de los asientos, miro mi fila, su boleto, el asiento y sin mirarme entró y se sentó con un bolso grande sobre sus piernas. Las estiró y abrió, puso su bolso debajo de el y cerró la piernas, como si escondiera algo.

Les Alpes

El jaleo del abordaje disminuía, los anuncios iniciaron. Despegamos en hora. Nos entregaron el menú de la cena. Escogí el pollo. Pasaron los cocteles, bebí un escocés. Llegó la cena y al final, después de esperar para ver si mi compañero me hablaba, decidí iniciar yo. Le pregunte si iba a París. Me dijo que su destino final era Bonn, Alemania. Sin pausar me dijo que era profesor y que iba a dar una charla en una universidad. Me preguntó sobre mi viaje y le conté sin muchos detalles nuestros planes. Me dijo que vivía en Washington, DC desde muy niño, que sus padres eran judíos de Nueva York y que eran comunistas registrados y militantes. Que su niñez había sido muy interesante, con visitas constantes del FBI.

Water landing?

¿Aterrizaje en agua?

Recogieron la cena, bajaron las luces y nos despedimos para dormir. Antes de dormir, revisé mentalmente lo necesario para mi llegada a Paris. Pasaporte, boleto de maleta, dinero, tarjetas de crédito, lo esencial, todo en orden. Súbitamente, me percaté que me olvidaba de la llave de la maleta, algo a lo que no estaba acostumbrado. Metí mi dedo en el bolsillo pequeño de mi pantalón y no la encontré, lo volví a hacer, como esperando encontrarla donde no estaba. Empecé a preocuparme. Revisé todos mis bolsillos, nada. Me levanté y fui a mirar en mi bolso, lo recogí y sentado lo revisé de punta a punta, sin éxito. Recordé haber puesto llave a la maleta y haberla guardado en el bolsillo pequeño de mi pantalón. Con gran sorpresa, y con un sudor frío en la espalda, me di cuenta que había puesto la llave, si en el bolsillo correcto, pero en el pantalón que ya no tenia puesto. El que tenía la llave lo había lavado, secado, doblado y descansaba en un cajón. La llave quien sabe dónde, todavía en el bolsillo, en la lavadora, secadora o perdida detrás del lavadero.

Recordé a mi esposa recomendándome que no usara la llave, algo que ninguno habíamos usado antes. Yo, en mi deseo de usar todo lo que la maleta ofrecía, le había puesto llave y ahora tenía que pagar por mi osadia. Sólo en pensar lo que me diría, me empezó a bajar la presión, sentía que la cabeza me daba vueltas. Estaba ya convencido que no la tenía la llave. La ansiedad, acompañada de una buena dosis de paranoia y la siempre presente fructífera imaginación estuvieron al acecho. Como era de esperarse, cuando deje de preocuparme y tuve un momento para pensar, escenarios terroríficos rondaban mi mente.

El mas factible y, desgraciadamente el más aterrorizante se desarrollaría asi. A mi llegada al aeropuerto Charles de Gaulle, pasaría sin problema por inmigración, gracias al pasaporte americano. La cosa se pondría difícil al recoger la maleta. Esa era una época difícil de terrorismo antisemítico en Francia. Vestía, una camiseta de rayas azules sobre un fondo crema, blue jeans y botines de gamuza. Decidí alejarme del judío, ya que su presencia me recordaba al estereotipo de terrorista y no quería aumentar las posibilidades de que nos vean juntos y pidan que abramos las maletas. No hubiera sido la primera vez que me sucedía, ya estaba acostumbrado.

Si fueran a pedir abrirla, tendría que decirles que había perdido la llave y aceptar las consecuencias de mi descuido. Podrían pensar que no quería enseñarles su contenido. Drogas, armas o peor algo explosivo. Al enterarse de mi dificultad en abrir la maleta, tomarían una posición defensiva. Cerrarían la terminal, aislarían a los demás pasajeros, me tirarían boca abajo al suelo con las manos entrelazadas sobre la nuca y con armas apuntándome esperarían al contingente contra bombas. Llegarían con un vehículo blindado donde pondrían la maleta y rápidamente la llevarían a un sitio seguro para examinarla y posiblemente explotarla para limitar su impacto. Estaría detenido como terrorista hasta probar ser inocente.

Le Mont Saint Michel

Le Mont Saint Michel

Este cuadro me recordaba algunas de mis pesadillas. Al dejar ya de temblar, y conseguir algo de calma, pensé como lidiar con este ímpase. Decidí salir del avión de los primeros, gracias a nuestros asientos y el viajar con un bolso pequeño, pude ser de los primeros de la cabina económica en pasar por inmigración y llegar a la entrega de maletas. La cinta transportadora inició su movimiento. Mi maleta fue una de las primeras. Pensé que si otros pasajeros tuvieran la misma maleta, les pediría que me presten su llave.

Saqué mi maleta de la cinta y esperé a los demás pasajeros. Divisé una maleta que se parecía a la mía, al acercarme confirmé que si, era idéntica, que alivio tan grande. Los pasajeros llegaban, las maletas giraban, vi dos mas idénticas. Tenia que mantener el ojo en ellas para ver quien las recogía. La primera la recogió un señor mayor y gordo con tipo del subcontinente índico. Vestía de traje, a su lado una señora muy bien vestida. Tomé mi maleta y me acerqué, les dije que había olvidado mi llave y le pregunté si tenía la llave de la suya. Me dijo que no, que su mujer le había prohibido ponerle llave a las maletas.

Decepcionado le agradecí y me acerqué a la única otra persona con una maleta como la mía. Era una mujer guapa y elegante viajando con su hija pequeña. Le conté lo mismo y me dijo que ella no ponía llave a sus maletas. Ya algo resignado a mi realidad, escuche a la niña decirle, mamá creo que tienes esa llave en tu llavero. Como la mayoría de la gente, tenía un llavero con muchas llaves, metió la mano a su cartera y lo sacó y me lo entregó. Identifiqué la llave e ilusionado la probé, traté y traté y traté desesperadamente sin éxito. Ya transpirando de ansiedad, me incorporé y le devolví el llavero, agradeciéndole su gentileza.

Paris-Lyon-Mediterranee

Vencido y rendido por la tensión, decidí arriesgarme con la aduana. Había pensado que si lograba pasar los controles de seguridad y entrar a la ciudad, iría directamente a un cerrajero. No podía encarar a mi esposa en esas condiciones, sería desastroso y posiblemente fatal. Cabizbajo inicie mi vía crucis hacia la aduana. Escuché que un hombre se dirigía a mi, era un empleado de la aerolínea, vestía un mameluco con un emblema. En francés me invitó a acercarme. Me dije, este es el fin de mi maleta. Me preguntó, ¿tienes problemas con la maleta? Con la garganta seca, traté de responderle, y dije algo inaudible, repetí que si, que me había olvidado la llave, casi llorando de alivio, como confesando un crimen después de horas de interrogatorio.

Aix

Miró mi maleta y me dijo que espere allí, volteo y entro en un elevador. Pensé que volvería con los gendarmes y que mi pesadilla se volvería realidad. Momentos eternos, apareció solo y sin titubear extendió su mano y entre los dedos tenia un objeto que brilló por el ángulo de la luz, lo introdujo en la cerradura y dio vuelta sin impedimento alguno y mi maleta estaba sin llave. Debió ver el alivio en mi cara que sonrió como un padre al ver a su hijo no ahogarse en la tina. Le agradecí efusivamente y le di la mano. Tomó mi mano y abriéndola puso la llave en mi palma. No podía creer en su generosidad, rehusé su oferta. Me dijo que la llevara, que esto sucedía muy a menudo y que las compañías de maletas les entregaban llaves extra, solo para esa eventualidad. También me dijo, que esa marca de maleta era muy buena y que las cerraduras eran muy seguras.

Aprendí algunas cosas que incorporé después de mi odisea. De la señora elegante, que los llaveros grandes son útiles y fáciles de no olvidarlos por su volumen. Del señor del continente indo asiático, que es mejor escuchar a la esposa en algunas cosas. De mi experiencia, que no hay plan perfecto y los mejores planes a menudo tienen tropiezos.

Bon voyage!

Le Voyage de Paris


2 Responses to La llave del destino

  1. Cecilia

    Jajajaaa me he reído con tu aventura!!! Sobretodo con lo de no poder encarar a tu esposa y lo de de cabizbajo…je je je

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