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Servidumbre

Después de tres y media décadas de trabajo en el campo de diseño grafico, lo que había estudiado, me encontraba nuevamente en una encrucijada. La crisis que afecto a todo el sistema económico mundial y los avances de la tecnología, hicieron que mi posición en la empresa que me empleaba, fuera eliminada. Yo estaba muy consciente del esfuerzo que hicieron por mantenerme, pero lo inevitable ocurrió.

Ya en mis cincuentas, la posibilidad de competir con jóvenes preparados y hambrientos fue fútil. En mi búsqueda de empleo, recordé mis años universitarios, en los cuales trabaje de varias cosas. La mas rentable y cómoda fue la de dar servicios por horas a compañías de eventos, donde trabajaba de camarero. Los lugares, fechas y horas las escogía yo. El evento mínimo era de cuatro horas, pudiendo ser mas. Me contentaba con dos o tres eventos semanales de cuatro horas. La paga era buena, usualmente había comida y mayormente eran en lugares elegantes.

Buscando trabajo de nuevo.

Ansioso por no rendirme y sentirme útil, volví a inscribirme con una de las mas grandes compañías de eventos. Tuve que comprarme un traje negro, corbata de lazo y un par de camisas blancas, necesarias para el trabajo. Entre en línea y escogí mi primer trabajo, uno en una galería de arte. Este tipo de trabajo, sabia que seria grande con mucha gente y de largas horas. Sabia también, por experiencia, que si uno se acercaba el jefe y le pedía que lo largara a las cuatro horas, cuando los invitados se fueran, no tendría que desarmar y cargar los camiones, algo que prefería ya no hacer.
Llegue al evento temprano, había mucho desorden y mala organización. Es en estos momentos donde uno puede distinguir a los buenos de los malos trabajadores. Los buenos ayudan a los capitanes, los malos se esconden y vagan.

Cuando era joven me gustaba ayudar y de esa manera sobresalir. Tenia varias ventajas sobre muchos de los otros camareros. Era joven, tenia modales, estudios y dominaba el idioma mejor que la mayoría. En esa época, los camareros eran mayormente españoles, italianos y portugueses. Eran camareros profesionales, sabían su oficio, pero no el idioma. Avance rápidamente y llegue a ser capitán de eventos pequeños y medianos.

Eventos

Ahora volvía después de décadas y sabia lo que me esperaba, excepto por el detalle de vida personal. Pregunte por algunos de mis conocidos, ya no trabajaban mas, ellos eran por lo menos diez años mayores que yo, y muchos aun mas. Recuerdo que había un viejo camarero filipino llamado Molina, que cuando entre al negocio y me conoció, le decía a todos que yo era su hijo. La voz se paso y como broma, yo afirmaba que si para divertirnos.
Mis esperanzas de encontrar a mis antiguos compañeros se desvanecieron rápidamente. Ahora los camareros eran mayormente latino americanos. Ya fluidos en el idioma, como si fuera la primera generación nacida aquí.

Decidí acercarme al capitán y ofrecerle mi ayuda y pedirle mi salida a las cuatro horas. Me dijo que ayudara a uno de sus asistentes y que vería después lo de mi salida. Me esforcé y trabaje bien, sabiendo bien que si se notara, el capitán optaría por mantenerme hasta el final por el calibre de mi trabajo. Usualmente se deshacen de los vagos, por razones obvias. Me la jugué, decidí por lo honroso y no por lo conveniente. Era también mi primer trabajo con la empresa y quería dar una buena impresión. Me hicieron quedar hasta el final. Trabajo duro de mover mesas, sillas, cajas pesadas de cubiertos, manteles, vasos y todo lo de la cocina y cargarlo en los camiones. Siete horas después, y con la espalda molida tomaba el metro para volver a casa.
En el evento me encontré con un solo compañero de antaño, un colombiano que era aun mas joven que yo en esos tiempos. Recordamos los nombres de los ausentes. Me conto que se había casado con una portuguesa, mujer que en esa época era odiosa, espero no haya empeorado. Cuando el pregunto por mi vida personal, tuve una duda muy grande en responderle. La mayoría de esta gente venia de situaciones humildes, dudo mucho que alguno de ellos haya ido a la universidad. Al menos así era en nuestra época. Ahora los muchachos que hacían este trabajo, se capacitaban mas y muchos eran universitarios, pero no mis contemporáneos.

Me pregunto donde vivía, sin pensar ni titubear le conteste en Bethesda. Oh, en Bethesda, esa es una muy buena zona, opino. Me di cuenta que muy poca gente que hace este tipo de trabajo puede vivir en zonas afluentes. Pensé que esto podría ser problemático para mi relación con mis nuevos compañeros. Tuve que pensar como arreglar esta revelación. Sabia que la siguiente pregunta seria, y como es que vives en Bethesda? Pues me la hizo, y le conteste, vivo en la casa de una señora mayor y su hija. Así, que bien, agrego. Hace unos veintisiete años que me ocupo de la casa, los autos las acompaño en sus vacaciones, cargo sus maletas, llevo a la niña al colegio y la recojo, en general estoy a su disposición. Que bien, estas contento? Pregunto. Si, en verdad no me puedo quejar, tengo mis salidas y tengo mi cuarto privado. ¡Eso es ideal! Exclamo. ¿Conoces a mas familias que puedan emplear así? No, realmente no.

Después de ese intercambio de información, volvimos a trabajar. Me quede pensando que si le había mentido, pero me convencí que lo que había hecho era decir la verdad omitiendo unos detalles que hubieran revelado mi vergonzosa situación económica y laboral. Lo que puede hacer uno para protegerse.


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