Desde niño anhelaba visitar tierras extrañas. El encanto de poder subirse a una de esas gigantescas naves que me transportarían en alto confort a parajes desconocidos, era uno de mis gratos pasatiempos cuando ojeaba las revistas para encontrar esos pasajes idílicos sus las primeras hojas publicitarias.
Varios elementos se repetían con cierta regularidad en todos, vendían elegancia y lujo. Lo mas importante era el destino. Grandes ciudades europeas con sus icónicos monumentos. Londres y el Big Ben, Paris y la torre Eiffel, Roma con el coliseo, Madrid con el retiro, etc. Los viajeros, una pareja joven, con o sin niños, elegantemente vestidos, preparados para cualquier eventualidad. Eran todos bellos y por supuesto caucásicos. Después de vendernos ese sueño, nos presentan como llegaremos a nuestro destino. Una brillante nave de ultima generación con todos los comodidades posibles.
Yo, ya había comprado el paquete, solo verme disfrazado de alguien quien no soy, y poder reinventarme en un sitio distinto siempre me ha intrigado. No estaba dispuesto a visitar lugares que consideraba inhóspitos, tenia mis preferidos.
Por supuesto que viajar era otra cosa, solo la gente pudiente podía hacerlo. Requería, bolsa de viaje, pasaje, alojamiento, meriendas y atracciones. Tendría que ser en la moneda extranjera, usualmente con un valor mas alto de la nuestra. Había que abrir una cuenta en moneda extranjera con un banco socio en el destino para poder apersonarse allá y extraer el dinero. Otra opción era de comprar cheques de viajero o cambiar a la moneda del destino. Este dinero tenia que venir de los ahorros, no podría ser extraído del diario, a menos que se hiciera un gran esfuerzo.
Viajar era todo un proceso. Nuevos atuendos eran requeridos. Dependiendo del destino, enteras colecciones de ropas pudieran ser imprescindibles. De todas maneras esta era una oportunidad para por lo menos llevar un nuevo par de zapatos, cosa que como ya todos sabemos es algo no muy recomendado. Si fueras a Londres, no olvides el paraguas y el impermeable, a Paris los pañuelos de seda y los tacos, a Niza la ropa de baño. Por supuesto que seria mejor comprar todo esto allá, pero tomaría algo del corto tiempo para la visita y sin saber los precios, podría romper la bolsa de viaje rápidamente.
Dos ciudades me fascinaron, Londres y Paris. Las dos por su elegancia. Londres por los hombres con sus impermeables detalladamente doblados sobres sus brazos, teniendo del mango un paraguas que apoyando al piso les servía como un aditamento mas para su delgada postura. Otras veces el paraguas era utilizado como puntero mostrando los monumentos. Paris por la elegancia de su moda femenina, siempre delgadas, con trajes apretados, carteras pequeñas y tacos, sentadas fumando en un café en una acera.
¿Viajar podría ser un escape? ¿Escape de que? Es como vivir otra vida, ir donde nadie te conoce, donde tampoco uno conoce mucho, solo lo leído. Todo es nuevo, esto puede ser algo desconcertante y hasta angustiante. De todas maneras implica un cambio de hábitat, de costumbres, comida, en fin un gran cambio. Soñaba con viajar. Me imagino que esa era la meta de los publicistas, enamorar al lector con su producto o servicio.
Crecí en un país en vía de desarrollo, en el cual los sueños eran imprescindibles, dicen que soñar no cuesta nada. Es verdad cuando se limita a solo desear, es otra cosa cuando uno quiere implementar esos deseos o sueños. Dependiendo de nuestros deseos, podemos endeudarnos económica, emocional y hasta comprometer nuestro ser para alcanzarlos.
La multitud de deseos humanos son solo limitados a la imaginación de cada uno de nosotros. La sociedad y nuestra propia condición nos impone limites, que algunos se pueden resolver, pero no todos. Hay cosas que están fuera de nuestro alcance, volar como una ave es imposible. Nosotros mismos no ponemos limites, algunos sabemos mejor que otros lo alcanzable. Pero viajar con la imaginación lo único que nos quita es el tiempo en soñar.
No encuentro mucha diferencia en el soñar despierto o dormido. Se bien que dormido no controlo lo que sueño, pero no estoy tan seguro que despierto tengo mas control. Despierto solo puedo soñar con los deseos de los cuales estoy consciente, mi consciencia esta enteramente controlada por mis experiencias. ¿Si no escucho caer el árbol en el bosque, realmente cayo? En pocas palabras mis vivencias son lo único que tengo para poder crear deseos. Todavía no deseo ir a el planeta Próxima b (Trappist 1c), por que no tengo suficiente información sobre si la pasaría bien allá, sin contar con los detalles del arduo viaje, quizás algún día.
Hay momentos cuando creo que estoy despierto pero me he dado cuenta que también estaba soñando dormido y salto de un estado al otro, espero esto sea normal. En otros momentos me pregunto si la vida es un sueño, y si es así como sabemos cuando soñamos dormidos o despiertos?